miércoles, 23 de mayo de 2007

La azaña del teniente “Chispita”

Miguel Sanchez Clemente alias “Chispita” era teniente de un destacamento de la 4ª División de Guerrilleros Españoles. Un día de mayo de 1944, mientras transportaban un cargamento de armas y municiones desde Saint-Laurent-de-Cerdans en dirección a su base en el Canigó, fueron sorprendidos por una patrulla alemana.
El teniente ordenó a sus hombres que continuaran el camino y se parapetó en unos riscos. Desde esa posición mantuvo a ralla a diez alemanes mandados por un teniente hasta terminar toda su munición.
Una vez capturado fue conducido a Prats de Molló donde le esperaba la Gestapo. El interrogatorio duró toda la noche y pese a las torturas a que fue sometido no consiguieron sacarle información alguna.
Por la mañana el oficial al mando decidió fusilarlo. El reo, el pelotón y el oficial salieron de comandancia y se dirigieron a una explanada cercana. Mientras los soldados formaban frente al teniente “chispilla”, el autobús de la línea Perpiña-Prats de Molló paró para dejar bajar a dos campesinos.
La presencia de un autobús lleno de testigos distrajo la atención de los soldados. Momento que aprovechó el guerrillero para robarle la pistola al oficial, disparar sobre él y emprender la fuga hacia un bosque cercano.
Pese a las heridas producidas por las torturas, Miguel Sanchez Clemente consiguió llegar a la base situada en las faldas del Canigó. Al final de la guerra fue condecorado con la cruz de Guerra y la medalla de la resistencia.
Esta es una de las muchas acciones de guerrilla protagonizadas por de exiliados españoles en territorio francés. Sus operaciones fueron de extraordinaria utilidad para los ejércitos aliados al distraer gran número de tropas de los teatros de operaciones, sobretodo después del desembarco en Normadía.