miércoles, 23 de enero de 2008

El primer servicio a la causa aliada

La España Republicana tuvo el dudoso privilegio de enfrentarse por primera vez a la amenaza fascista. Desde el momento en que la insurrección militar se convirtió en guerra civil, tanto Alemania como Italia ayudaron al bando Franquista cualitativa y cuantitativamente. Una ayuda que las potencias democráticas escatimaron en gran medida al gobierno legítimo.
Francia por miedo a una guerra e Inglaterra por un temor infundado a la revolución anarcosindicalista, no sólo negaron ayuda a la República también impidieron en muchas ocasiones un correcto abastecimiento de su ejército.
Hitler se tomó el escenario español como un banco de pruebas para prototipos de armas y dotó al Ejército de Franco con una tecnología militar de última hora. Pero Mussolini invirtió gran número de efectivos en la victoria de los autodenominados nacionales.
El envío masivo de tropas y material supuso un gran desgaste para el Ejército Italiano. Además del material dejado en tierras españolas, la intervención de la Italia Fascista supuso muertos y heridos, además de un gran desgaste moral. Muchos de sus soldados y oficiales fueron engañados al hacerles creer que su destino era Abisinia. Esto creó un cierto estado de escepticismo respecto a sus superiores, un escepticismo que aumentaría de forma muy importante durante el siguiente conflicto.
Italia sufría un desgaste importante cuando el 1 de septiembre de 1939 el Ejército Alemán invadía Polonia 1. Por esta razón se declaró país no beligerante y no entró en guerra hasta junio de 1940, cuando la Wermatch ya había derrotado a Francia.
Si Italia no pudo luchar al cien por cien junto a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, se debió en gran parte a la tenaz resistencia de la República Española. Mussolini esperaba de Franco una rápida campaña militar para ganar prestigio en Europa y conseguir un “Imperio Fascista”. En su lugar obtuvo tres años de guerra, una gran pérdida de material y hombres así como un desgaste moral importante.
Este fue, sin duda un gran servicio a la causa aliada incluso antes de que esta existiera. Un servicio premiado en 1945 con el olvido, el desprecio y cuarenta años de dictadura.

1. Preston, Paul. La República asediada. Ediciones Península. 1996. Pág 41 (Ver cita nº 5).