jueves, 14 de junio de 2007

El Chalaneo

La Segunda División Blindada al mando del General Leclerc desembarcó en la playa de Utah, Normandía, el 31 de Julio de 1944. Con ellos iba unos 2500 republicanos españoles enrolados en la Legión Extranjera durante los años anteriores.
En uno de los regimientos, el tercero de marcha del Chad, existía una compañía, concretamente la novena, especialmente poblada de excombatientes republicanos. Tal era su número que fue conocida como “la nueve”.
Integrados en el III ejército Estadounidense mandado por el general George Patton, participaron en varias operaciones de rotura y consolidación del frente normando, así como en los avances posteriores a la rotura de la brecha de Avraches.
Existía en el Ejército Norteamericano una ley no escrita según la cual si un pelotón capturaba vivos prisioneros alemanes era recompensado con permisos en Inglaterra.
Los soldados españoles no tenían ninguna intención de abandonar el campo de batalla, por primera vez en muchos años estaban dando una buena tunda a los mismos soldados que tanto ayudaron a Franco durante la contienda civil.
En seguida se dieron cuenta del interés de los yankis capturar prisioneros y decidieron aprovecharlo. Se llegó a un acuerdo mediante el cual cada soldado alemán bajo tutela española sería cambiado por armas, gasolina o material de guerra.
Todo este material era transferido inmediatamente a la resistencia española que actuaba en la zona de Toluse, una forma de armar la guerrilla a espaldas de los aliados y con miras a actuar en España.
El “mercado de prisioneros” fructificó de tal forma que existían precios diferentes según el rango y cuerpo de cada uno de los apresados. Por un soldado podía conseguir una pistola, por un sargento una granada etc. No se sabe el valor de Adolf Hitler porqué no se pudo concretar la venta.
La picaresca debe ser congénita entre los habitantes de la Península Ibérica y en tiempos de necesidad se potencia de una forma extraordinaria. En cuanto se estableció esa escala de precios, los combatientes de “la nueve” se las apañaron para engañar a los americanos.
Cuando atrapaban a un oficial o a un ss lo despojaban casi por entero de sus ropas, dejándole únicamente los pantalones y las botas. El resto de prendas eran utilizadas para “ascender” provisionalmente a los soldados rasos.
Con este sistema se conseguía duplicar o triplicar el número de oficiales y como consecuencia el volumen de armas, municiones y pertrechos.
La máxima expresión de este sistema se dio en los días inmediatamente posteriores a la liberación de París. Entre lo directamente adquirido y lo obtenido a través del sistema de trueque – conocido entre la tropa como “chalaneo” salieron varios camiones repletos de armas y munición hacia el sur de Francia donde se armó a un considerable ejército de guerrilleros, cuyas infiltraciones en territorio franquista se intensificaron a partir del otoño de 1944.