Con esta concentración de barcos leales, la República consigue aislar a la parte más profesional y fogueada del Ejército sublevado. Franco queda acorralado con 40000 hombres y, durante los siguientes quince días logra únicamente transportar unos cuantos efectivos mediante el uso de aviones civiles.
Estas tropas son imprescindibles para los rebeldes que han perdido en las principales capitales de provincia. En el norte mantienen una franja de terreno coherente que va de Galicia a Aragón y de Cáceres a Teruel, sin Madrid y alrededores. En el sur la situación es mucho más crítica, porqué solamente controlan parcialmente las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, además del casco urbano de Córdoba y Granada. El resto de Andalucía y Extremadura están en poder de la República.
El día 24 llega a Berlín una comisión formada por el capitán Francisco Arranz, el comerciante Johannes Bernhardt y un nazi afincado en Tetuán llamado Adolf Langenheim. Su objetivo es conseguir la ayuda alemana que Franco tanto necesita. Tras varias gestiones entre la cúpula nazi consiguen contactar con Fred Hess, quien a través de su hermano Rudolf concierta una entrevista con Adolf Hitler en Bayreuth, donde se está celebrando el festival de Wagner.
Hitler los recibe en un intermedio de la representación de Sigfrido y se entusiasma con una carta de Franco y las referencias que del general hacen los enviados alemanes. Imbuido de una euforia mística decide ayudar a los sublevados con el doble de aviones, alcanzando el total de la ayuda unos cuatro millones de marcos.
Terminada la reunión Hitler encarga a Göring y Von Blomberg que lo dispongan todo para que el envío se haga en secreto y directamente al general Franco. En un alarde de entusiasmo germánico el propio Göring decide bautizar la operación con el nombre del último acto de la ópera Sigfrido: Feuerzauber (fuego mágico), en alusión a la barrera de fuego que el protagonista debe atravesar para liberar Brumilda.
El mismo día 28 vuelan desde alemania hacia España 20 Junkers Ju 52, uno de los cuales aterrizará en territorio republicano. El resto de la fuerza expedicionaria, cuyos componentes se habían disfrazado de turistas, embarcó en Hamburgo a bordo del Usaramo el 29 de Julio y llega a Cádiz el 6 de Agosto.
Con los aviones enviados por Hitler y otros entregados por el gobierno de Mussolini, Franco empieza a romper el bloqueo al que le somete la Armada Republicana. . Poco a poco se va haciendo el dueño del cielo y consigue alejar a los barcos con operaciones aire-mar en las que los Savoia italianos son de gran utilidad. Además, los Ju 52 y algunos Savoia se adaptan para el transporte de tropas pudiendo aumentar el ritmo de unos escasos 50 hombres por día a más de 200, esto le transportar ahora gran número de tropas cuyo apoyo a los sublevados de Granada y Córdoba es impagable.
Con esta inestimable ayuda Franco consigue dominar totalmente el Estrecho de Gibraltar el día 5 de Agosto cuando a las 16:45 parte de Ceuta en dirección a Algeciras, un convoy formado por seis buques que transportan 1600 hombres. El destructor republicano “Alcalá Galiano” intenta cortarles el paso, pero el “Dato”, apoyado por 19 aviones (la mayoría italianos y alemanes) lo bombardean y lo obligan a retirarse hacia Málaga. Esto permite que las tropas lleguen intactas a Algeciras. Al día siguiente el propio Franco se traslada a Sevilla.
Entre los meses de Agosto y Septiembre de 1936 pasarán a la Península todos los efectivos del Ejército de África gracias al dominio del aire conseguido con la ayuda alemana e italiana. Esto va a suponer la prolongación de un conflicto que, según la opinión de la mayor parte de analistas militares, hubiese terminado en la rendición de las tropas sublevadas
Legionarios y Regulares eran en ese momento las únicas tropas operativas al 100% en España. Frente a ellos tan solo los restos de un ejército desgarrado por el enfrentamiento entre sus miembros, apoyado por unas milicias entusiastas pero poco fogueadas y carentes de la disciplina militar necesaria.
Esta situación de clara superioridad permitirá a Franco convertir su marcha sobre Madrid en prácticamente un paseo militar, las milicias irán reculando ante el empuje de las entrenadas y bien pertrechadas tropas de África. Además va a permitir al general convertirse en jefe de la sublevación por el sistema típico sistema mafioso basado únicamente en el poder de la violencia. Sin embargo a este triunfal giro de los acontecimientos le iba a suceder una de las más terribles frustraciones, contra todo pronóstico Madrid resistió y Franco tuvo que esperar tres años para entrar en la capital.
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